FanFIC no.70 'Los BAFTA.Kristen'

Somos un Blog ROBsessed, donde solo deseamos seguir contando la versión de Irina en la historia Robsten como lo veníamos haciendo anteriormente. Este FanFic es parte medular de este Blog ROBERT PATTINSON EN ESPAÑOL, razón por la cual  suplicamos RESPETO al comentar los relatos. Si No os sentís preparados para leerlos No lo hagáis, eso no va a ofender a Irina. Pero rogamos evitéis críticas destructivas que si pueden molestar mucho y crear mal ambiente en el Blog.

Asi quedarán organizados los FICs en este blog:

LUNES:  FanFic Robsten de Irina
                     Fic la Fundación de VTeam ***NUEVO***
MARTES:  Fic 'El fin del Mundo' de Xim
MIÉRCOLES:  FanFic Robsten de Irina 
JUEVES: Fic 'El fin del Mundo' de Xim
                   Fic la Fundación de VTeam  ***NUEVO***
VIERNES: Fic '50 Sueños de Verano' de Irina

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FanFIC no. 70

"Los BAFTA.Kristen"

por IRINA (Irene Mendoza)
Imagenes: Elena

Me sentí mal después de hablar con Rob. Me había pasado. ­­¨Sé que él odia discutir y voy yo y encima por teléfono¨, pensé arrepentida. Y todo para poder dar rienda suelta a mis celos no reconocidos y a mis estupideces. Me pongo a soltar, a liberar presión con él y luego me entra el miedo. Miedo a que él se enfade de verdad algún día y se canse de mí. Porque sé que Rob se aguanta el genio conmigo, que a veces le saco de quicio. Y es que él tiene su temperamento, mucho carácter, pero conmigo demuestra tener una paciencia infinita. Y conozco la razón, es porque me ama, me ama muchísimo. 

Sé que si le contase mis pensamientos a Rob me diría que estoy loca. Sé que a veces lo alejo de mí y después me doy cuenta y me muero de miedo. No lo hago a posta, en realidad me aterra perderle. A veces ni yo misma entiendo porque me comporto así. 

Menos mal que Rob es el ser menos rencoroso de la tierra. Tiene un corazón de oro puro, un alma casi ingenua. Es honesto, bueno y compasivo. El dice que debería ser más duro, se cree blando pero no lo es en absoluto, a veces lo más difícil es hacer lo correcto y ser honesto contigo mismo. Además, yo no quiero que cambie. Le quiero así, sin capacidad para pensar mal de nadie o de ser vengativo. A su lado siempre tengo la impresión de ser peor persona, no puedo evitarlo. 

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Claro que celebramos San Valentín pero por vídeo conferencia y la verdad es que es una manera extraña pero igual de placentera de estar con la persona a la que amas. ¡Y muy divertida! Rob y yo ya somos veteranos en ese tipo de encuentros tecnológicos y he de reconocer que no se nos da nada mal. 

El 21 de febrero se celebraban los BAFTA y aunque llegué a primera hora de la mañana, tras un vuelo nocturno en primera clase, no había podido ver a Rob en todo el día. El estaba rodando cuando llegué a su hotel y cuando regresó yo estaba con Ruth y mi estilista en el mío. Habíamos reservado en hoteles diferentes para despistar a la prensa. 

No hubo manera, llegué a la ceremonia habiendo hablado solo por teléfono y hecha un manojo de nervios. No me sentía cómoda con el vestido que llevaba y estaba congelada de frío, temblando bajo la lluvia. Además estar rodeada de perfectos acentos de actores que se saben a Shakespeare de memoria y lo recitan hasta en el váter no ayuda a parecer glamorosa a una chica de 19 años, pequeña y con un claro acento californiano. 

Entrando en el teatro me crucé con Vanessa Redgrave, Ralph Finnes y Colin Firth todo en uno y no sé si temblé de frío o de emoción. Estuve junto a Carey Mulligan o Kate Winslet y vi pasar al príncipe William y gran parte de la realeza y la nobleza británica. También estaba Anna Kendrick, nominada a mejor actriz de reparto por ¨Up in the Air¨, pero casi no pude ni saludarla. Nerviosa por partida doble, por Rob, por volver a verle, por mí, yo solo estaba atenta a él, que sentado como tres filas por delante presentaba uno de los premios.

No hice más que mirarle la nuca durante casi toda la larga ceremonia de entrega de premios.

Y me sentí muy orgullosa de él, ahí arriba, en el atril, tan guapo y sexy.

¨Y es todo mío¨, pensé aguantándome una sonrisa. 

Intentar que no se me notase mi admiración por Rob, disimular que tiritaba de frío y nervios, que el vestido me hacía bolsas y no parecer demasiado intimidada por la realeza británica fue demasiado y en las fotos me inmortalizaron con cara compungida, para no variar. 

La ceremonia transcurrió en la Royal Opera House y fue igual de larga que las que montamos en Hollywood pero más sobria y con el peculiar humor británico, sarcástico y en ocasiones ácido. Es como cuando Rob cuenta sus chistes, a mí a veces me parecen demasiado irónicos y hasta mordaces para el gusto americano.

Después de recibir el premio, que dediqué con una mirada y en silencio a Rob, que me miraba embelesado desde su asiento, tuve que posar en las fotos oficiales para las que Ruth me pedía que sonriese, aun sabiendo que mi peor cara aparece cuando sonrío junto a Rob. 

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En la cena informal que incluía el afterparty, Ruth me tomó del brazo y se puso a presentarme a un montón de desconocidos. Eso y estrechar tantas manos y mis tacones acabaron por desquiciarme. No veía a Rob por ninguna parte, habíamos entrado por separado y tampoco podía llamarle porque Ruth había requisado mi gabardina junto con mi móvil y estaba en el guardarropa. 

Le había perdido de vista al salir del teatro y me estaba aburriendo de lo lindo. Me moría por estar con él después de más de un mes sin verle. Solo anhelaba poder tocarle, oír su voz. Todo mi cuerpo acusaba ya su ausencia haciendo que me consumiese la impaciencia. Pero Ruth estaba empeñada en hacer bien su trabajo, que es entre otras cosas promocionarme y no me perdía de vista. Conoce de sobra nuestra costumbre de escaparnos de las fiestas y estaba decidida a salvaguardar mi imagen. 

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Todos los presentes se conocían entre ellos, de generación en generación, como en el caso de las Redgrave, y eso me hizo sentir como una advenediza sin orígenes que no sabía de qué hablar con ellos, que no encajaba allí. Fue como volver al instituto, esa sensación de estar de más en un lugar que no es el tuyo, donde no encajas. 

La fiesta era muy formal y Ruth no me había permitido quitarme los tacones así que no podía más con mis pies. Vi a Anna en un corrillo al fondo del salón haciéndome señas y me excusé delante de todos para irme tras ella desesperada. 

- Anna, ¿has visto a Rob? 

- Eso quería decirte. Al entrar le he visto y te anda buscando. 

Me alegró oír eso. Esperaba que el también estuviese igual de ansioso que yo por estar juntos. 

- Si le ves otra vez ¿puedes decirle dónde estoy, por favor? Ruth no se separa de mí y no tengo el móvil. Creo que pretende presentarme a media Inglaterra y parte de Gales y Escocia – dije nerviosa. 

- Claro, cuenta conmigo – dijo guiñándome un ojo. 

- Dile que quiero salir de aquí, por favor. 

Ruth debió de olerse algo porque apareció como por arte de magia. 

- Tienes una cara de aburrida… - me dijo. 

- Lo estoy Ruth – dije resoplando -. ¿Me puedo ir? Ya he hecho acto de presencia en la fiesta. 

- Bueno, pues no y que no se te note tanto. Y no resoples Kristen. Lo hago por tu bien. Me pagas para que cuide tu imagen, ¿no? Pues es lo que hago. 

- ¿No dejándome estar con Rob? – espeté. 

- Kristen, no eres una actriz consagrada, te estás haciendo un nombre y el que solo hablen de ti por tu relación sentimental no te beneficia, no te hace parecer seria. 

- Eso no es por mi culpa – me quejé, amargamente. 

- Lo sé, cariño y sé que a Rob no se le juzga de la misma manera. En su caso su vida privada no es lo primero por lo que le preguntan en una entrevista, es solo lo segundo, pero es así como está montado esto, aunque no nos guste. 

- ¡Es injusto! – solté enojada.

- Estoy de acuerdo pero también sé que eres muy inteligente y que sabes lo que te conviene si quieres de verdad seguir en este negocio. Por cierto toda esta gente tan educada odia los numeritos en público así que contén tu genio, Kristen. 

Puse los ojos en blanco y me encogí de hombros frustrada por las palabras de Ruth. Pero lo tenía claro, nunca había tenido en mente ser actriz a cualquier precio y no pensaba sacrificar a Rob en el intento. 

- Está bien, seré una buena chica – dije clavándole unos instantes mi mirada más gélida. 

- Está en el salón de la planta baja – suspiró. 

- ¡Gracias Ruth! En el fondo sé que me quieres – sonreí dándole un beso en la mejilla. 

- ¡Anda, lárgate! Pero mañana te quiero puntual en el desfile de Elle, aunque te estés muriendo de sueño – me advirtió intentando esconder una sonrisa. 

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Rob estaba solicitadísimo cuando bajé pero al verme aparecer se disculpó y dejó el círculo de gente con la que estaba hablando para venir hacia mí sin importarle quien nos mirara.

Me quedé parada en medio del salón aguardándole. Conté sus pasos trayéndolo hacia mí de nuevo, fueron exactamente seis. 

Soy consciente de lo atractivo y hermoso que es Rob pero en ese momento fue como si le viese por primera vez, con su traje, su corbata, el pelo engominado más peinado que de costumbre, regalándome su espléndida y encantadora sonrisa, la más sincera y hermosa. Noté como aquel cálido cosquilleo tan familiar se adueñaba de todo mi ser. 

- Hola, estás… guapísima - dijo mordiéndose el labio inferior, parado frente a mí, comiéndome con los ojos. 

- Tú también – dije con una sonrisa que no me cabía en la cara -. Estás muy elegante. 

- Anna me ha dicho que me buscabas, preciosa – susurró en mi oído, agachado, casi rozándome la piel con sus labios y su nariz, haciendo que ese leve contacto me hiciese estremecer. 

- Sí, Ruth me ha dado tregua por fin – suspiré -. Ya estaba pensando darme a la bebida, esto es un aburrimiento. 

Rob se rió de mi ocurrencia sin dejar de mirarme los ojos, la boca. Conozco esa mirada entre sexy y anhelante, sus pupilas se dilatan, oscureciendo sus ojos gris claro, tan cristalinos. 

- No estaría mal, no hay nada peor que estar rodeado de borrachos y ser la única persona sobria. Yo también me estaba aburriendo sin ti – murmuró aspirando el aroma de mi pelo -. Hueles de maravilla, amor. 

- ¿Mañana ruedas? – dije intentando que mi voz no sonara casi jadeante. 

´´Está junto a mí de nuevo. Tan cerca que noto su calor´´, pensé aturdida por su presencia. 

- Sí, tengo que estar a las 8 en plató – dijo muy cerca de mi cuerpo. 

- Yo tengo que estar a las 9 con el estilista y Ruth en mi hotel – suspiré de nuevo. 

- Son más de las 11. Tenemos… casi 10 horas – murmuró en voz baja. 

Le miré a los ojos y vi como su deseo por mí bullía en su interior. La comezón que me invadía se estaba tornando insufrible y llegó un momento en que los dos lo sabíamos, todo nos era indiferente, la gente, la música. Nos consumían las ganas y nada más importaba en el mundo. 

- Quiero irme ya – susurré.

- Yo también – dijo con una mirada tan intensa que casi me hace arder allí mismo -. Salimos por separado. 

Rob acarició mi mano con la yema de sus dedos muy despacio, arriba y abajo y mi vientre se tensó vibrando de ganas. 

- Salgo yo primero – asentí intentando aparentar una conversación entre amigos. 

- Espérame en el hall. Ya le digo a Dean que nos pida un coche, preciosa – me dijo ansioso, con una sonrisa increíble en sus labios. 

Me hice la tonta como pude y aturdida por completo, me dirigí a la salida para pasar primero por el probador. Recogí mi gabardina a toda prisa y salí al hall a esperar a Rob que no tardó en aparecer con una amplia sonrisa y su mirada más sexy. Me tomo por la cintura y me metió con él tras una gran maceta con una palmera, contra la pared. 

- Me moría por tocarte – jadeó. 

Cerré los ojos un instante intentando no temblar de deseo. 

- Yo también – susurré acariciando su duro pecho, palpando su contorno bajo la camisa. 

- Estás temblando, Kristen. 

- Dilo otra vez – supliqué con voz trémula. 

- ¿El qué? 

- Mi nombre. Adoro como suena con tu voz. 

- Kris… ten – susurró en mi boca. 

- Más de mes y medio sin que me toques es demasiado. No lo aguanto. Me cuesta respirar – gemí. 

- Yo tampoco lo soporto más – jadeó ronco 

Apoyada en la pared, con el cuerpo de Rob de espaldas al pasillo, pegado al mío, tapándome y ocultándome de miradas indiscretas, comenzamos a besarnos. Me agarró de las caderas apretándome contra las suyas. Su mano izquierda acariciaba mi cintura, rodeándola para bajar hasta mi trasero. Mientras, la derecha se deslizó entre mis muslos hasta palpar el montículo blando de mi pubis y alcanzar mi sexo, haciéndome temblar al apretarlo levemente. Gemí en voz baja provocándole un ronco gruñido como respuesta. 

Paramos de besarnos un momento y nos miramos anhelantes, casi sin resuello. Su dura erección presiona sobre mi vientre tenso y casi dolorido de ganas de tenerle. No podía más. 

- Vámonos – le aparté suavemente de mí, susurrando impaciente–. Sácame de aquí. 

Rob me miró sonriente y me besó con fuerza para tomarme de la mano y sin decir nada más salir juntos. 

Rob marcaba el paso apretando mi mano. Caminábamos entre la gente que esperaba los coches sin percatarnos de nada más que de nuestras manos entrelazadas. Ni siquiera de los fotógrafos que no dejaban de abalanzarse sobre los coches. 

En el coche Rob no soltó mi mano ni un momento. Sus dedos la acariciaban lentamente, erizando el vello de todo mi cuerpo, rebosante de deseo. 

...CONTINUARA...