FanFIC no. 53 "Anónimos.Rob"

Estamos muy contentos en el Staff del buen recibimiento que le han dado a la continuación de los FanFICs Robsten Y POR ESA RAZÓN DECIDIMOS PUBLICAR 2 VECES POR SEMANA ESTA SERIE AHORA SERÁN LOS LUNES Y MIÉRCOLES estos relatos tiene una magia especial que solo IRINA podría darles, disfrutenlos.

Somos un Blog ROBsessed, solo deseamos seguir contando la versión de Irina en la historia Robsten como lo veníamos haciendo anteriormente. Este FanFic es parte medular de este Blog ROBERT PATTINSON EN ESPAÑOL, razón por la cual  suplicamos RESPETO al comentar los relatos. Si No os sentís preparados para leerlos No lo hagáis, eso no va a ofender a Irina. Pero rogamos evitéis críticas destructivas que si pueden molestar mucho y crear mal ambiente en el Blog.

Asi quedarán organizados los FICs en este blog:

LUNES:  FanFic Robsten de Irina

MARTES:  Fic 'El fin del Mundo' de Xim
MIÉRCOLES:  FanFic Robsten de Irina     * * * * NUEVO * * * * 

JUEVES: Fic 'El fin del Mundo' de Xim

VIERNES: Fic '50 Sueños de Verano' de Irina

Para leer anteriores Fics de IRINA (del 1 al 52) clic ---> AQUI

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FanFIC no. 53

"ANONIMOS.ROB"

por IRINA (Irene Mendoza)

Se quedó sobre mi regazo cansada, con los ojos cerrados y la acuné suavemente entre mis brazos. Esperé a que se calmara su respiración y la mía y cerré la capota del coche. El sol acababa de salir y no tardaría en brillar con toda su fuerza.

Kristen, perezosa, comenzó a incorporarse de encima de mi cuerpo. Estaba preciosa toda sofocada, con las mejillas rojas, el escote brillando de sudor y los labios húmedos e hinchados. Es cuando más sexy está, tras el sexo. Sexy a rabiar.

- No cierres la capota, hace muchísimo calor – pidió susurrando.

- Si no lo hago nos quemaremos, amor.

- ¡Uf! Estoy pegajosa y empapada – dijo tocándose el cuerpo.

- Lo sé. – sonreí -. Yo también estoy todo sudado. 

- Necesitamos una ducha con urgencia.

- Pero por aquí… - dije oteando el horizonte -. No hay nada parecido.

- ¡Oh, qué sed!

- ¡Joder, eso es peor, no he traído agua!

- ¿No tenemos agua? – me miró incrédula y elevó la voz -. ¡En medio del desierto y sin agua! ¡Mierda, Rob!

- Habrá algún pueblo o un motel o… o algo donde podamos beber y darnos una ducha – dije poniéndome los calzoncillos y los pantalones.

- Por aquí no lo creo. ¡Dios, odio ponerme la muda de ayer!

- Pues no te pongas nada – sonreí.

- Del sujetador puedo prescindir pero no de mis bragas. No después de lo de hace un rato y anoche.

- ¡Uhmmmm, ven aquí! – gruñí agarrándola por la cintura y besándola en los pechos.

- ¡Quita! – sonrió -. Estoy pegajosa.

- Me encantas pegajosa – susurré en su cuello. 

- Eres un pulpo, cariño. 

- Es que… estás tan sexy después de hacerlo… 

Ella sonrió, me cogió del pelo y me atrajo hacia su boca para enredar su lengua con la mía. Pero enseguida paró y resopló. 

- ¡Oh, no tengo ni saliva! Vamos a buscar agua Rob. 

- Sí, anda vámonos – asentí besando su frente.

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- Esto se supone que es un oasis – dije saliendo del coche seguido por Kristen -. Debería de haber agua por alguna parte.

- Pues si a eso de ahí le llamas agua… - dijo Kristen señalando un pequeño charco junto a unas rocas.

- ¡Joder, me muero de sed! - gruñí -. ¿Se podrá beber?

- No lo creo Rob. Yo no pienso hacerlo. Si tú quieres adelante. – dijo permitiéndome el paso.

- No, la verdad es que estoy viendo varios bichos con muchas patas flotando encima y de repente no me apetece nada – dije poniendo cara de asco -. Venga volvamos al coche.

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- Llevamos un buen rato conduciendo. ¿Ya sabes a dónde vamos?

- Creo que estamos bordeando el parque nacional.

- Espera… voy a coger mi móvil… ¡Joder, no hay cobertura! – gruñó -. ¿Por ahí es el este o le oeste?

- No tengo ni idea, cariño – reí pero al mirar una lucecita que parpadeaba en el salpicadero dejé de hacerlo –. Oh, oh, estoy conduciendo en reserva.

- ¿No tienes gasolina? ¿Estamos perdidos en el desierto y no tienes gasolina? ¡Como se te ocurre venir aquí sin gasolina! ¡Es muy peligroso! ¿No te lo enseñaron en supervivencia en el colegio? ¡No, claro, mierda eres inglés y allí no hay desiertos!- Tranquila. No nos vamos a perder, Kristen. Voy a quitar el aire acondicionado para ahorrar combustible – dije sin estar convencido del todo de mis palabras.

- ¡Te veo venir! ¡Y no me pidas que esté tranquila porque sabes que entonces me pongo nerviosa de verdad! – dijo gritando enojada.

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Bufé y me callé la boca. En ese momento, con Kristen echa una furia era lo mejor. 

<<Nadie sabe dónde estamos, joder>>. Yo sí que estaba nervioso. Hacía un calor de mil demonios, estaba sudando a mares y muerto de sed pero no quise decir nada para no preocuparla más. Pero no paraba de tocarme el pelo y ella lo notó.

- Rob, tranquilo. Estoy bien ¿vale?

- ¿Seguro? – dije mirándola fijamente.

- Sí, no te asustes – me miró un instante pero volteó la cabeza de pronto -. ¡Espera! Me parece haber visto…

- Sí, yo también lo he visto. Parece un… 

- Un molino de viento. Puede que sea una granja o algo así. Detrás de esas rocas. 

Continuamos un poco más y tras unas bajas colinas rocosas divisamos un pequeño rancho. Suspiré aliviado. Kristen se agarró a mi brazo y yo le besé en la frente.

- Siento haberte gritado, lo siento cariño – susurró acariciando mi espalda empapada.

- No pasa nada. Tienes razón. Debí traer agua, gasolina y crema para el sol. No me puedo poner moreno, ya sabes. Si no los de Summit me dejan sin sueldo – bromeé.

- Un vampiro bronceado – rió Kristen -. Creo que sería un desastre. ¿Te han hecho firmar eso?

- Sí, no puedo ir a la playa ni raparme la cabeza.

Kristen se rio a carcajadas y así, de nuevo de buen humor, tomamos el camino que conducía al rancho. 

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El rancho no era muy grande, bordeado por una cerca de madera, con un pequeño establo, un gran depósito de agua, el molino que habíamos visto y una camioneta y un todoterreno aparcados junto a la casa. No corría ni una brizna de aire y el calor era abrasador. El sol estaba ya muy alto así que supuse que sería casi mediodía. Un perro de raza desconocida nos recibió siguiendo al coche entre ladridos y saltos de alegría. Salimos seguidos por el amigable chucho.

- Hola chico, ¿estás solo? ¿No hay nadie por aquí? – dije acariciándole la cabeza. 

Kristen miraba alrededor haciendo visera con la mano.

- ¿Hola? – gritó.

Le miré divertido. Qué guapa estaba. Con el pelo suelto y alborotado. Las mejillas coloradas y solo con una camiseta y sus shorts. Preciosa.

- Te vas a quemar, amor – susurré posando mis manos en sus hombros. Los tenía ardiendo.

- Me van a salir pecas – dijo dándose la vuelta señalando su nariz respingona y arrugándola en un gracioso mohín.

- Me encantan tus pecas.

Me besó sonriendo muy dulcemente y yo le devolví el beso. En ese momento se abrió la puerta de la casa y salió una mujer con el pelo blanco recogido en una larga trenza. El perro corrió a su lado ladrando y se puso junto a ella meneando la cola.

- Hola, chicos – saludó la mujer con una gran sonrisa para dirigirse a un hombre que aparecía en ese momento por la puerta -. Matt, tenemos visita.

- Disculpe señora – dije con toda la educación que me había inculcado mi madre -. No estamos seguros de donde nos hayamos y no nos queda gasolina para volver. ¿Les importa prestarnos un poco?

En ese momento salió al porche un hombre alto de edad similar a la señora de la trenza blanca, con un gran bigote y el pelo largo recogido en una coleta. Parecía todo un vaquero sacado de una película, con su sombrero de ala ancha, pantalones denim gastados y unas puntiagudas botas camperas. Se puso al lado de ella. Nos fuimos acercando. Ambos parecían muy amigables.

- ¿Os habéis perdido, chicos?

- Oh, no, no, … - intenté explicarme.

- Sí, la verdad es que sí – dijo Kristen.

El hombre se acercó a nosotros y nos tendió la mano.

- Soy Matt, y esta es mi esposa Annie. Pero pasad, pasad. Os vais a achicharrar ahí fuera. Estáis demasiado blanquitos.

- Parece que no nos han reconocido – me susurró Kristen.

- Hola, ella es Kristen y yo soy Rob – dije esperando a que por fin nos reconocieran y comenzaran a pedir fotos. 

Solo esperaba poder llenar pronto el depósito para poder escapar a 

tiempo de los paparazzis. Pero para mi sorpresa no ocurrió nada de eso. Aquellas personas probablemente nunca habían oído hablar de la Saga Crepúsculo en su vida.

- Os veo acalorados, chicos – dijo Matt.

- Sí, la verdad es que estamos sedientos. No traíamos agua – sonreí avergonzado.

- ¿Y qué puñetas hacíais por aquí sin agua, muchachos? – nos riñó Matt -. ¡Ah, estos chicos de ciudad… !

- ¿Eres de L. A., querida? – preguntó Annie sonriendo y tendiéndonos un par de vasos de limonada fresca -. Es casera. La hago yo misma. Tomad.

- ¡Uhm, que buena está! – dijo Kristen mientras yo apuraba el vaso casi de un trago -. 

Sí, soy del Valle.

- Tu no eres de por aquí, ¿verdad? – dijo Matt dirigiéndose a mí.

- No, soy inglés – respondí.

- Ya decía yo que ese acento no era de por aquí 

– dijo Matt -. Ven conmigo chico, vamos a llenar el depósito. Por cierto, bonito coche. Comeréis con nosotros, ¿cierto?

Le seguí no sin antes sonreír a Kristen que entró en la casa con Annie.

...CONTINUARA...