UN SUEÑO HECHO REALIDAD II

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Jueves, 15 de noviembre de 2012.

La alfombra negra.

20:15. Kristen, vestida de amarillo y entre chillidos histéricos, acababa de salir del primero de los coches y se encaminaba a la alfombra negra seguida de su famoso guardaespaldas, de Ruth y sus asistentes John y Sidney. Iba a comenzar a firmar por nuestro lado.
Desde mi puesto no conseguía apreciar los detalles. Los gritos y alaridos aumentaron de volumen. Era Rob. Había salido del coche. Todo el mundo gritaba ya su nombre. La histeria colectiva se desató y una masa de gente desenfrenada me empujó hacia adelante, hacia los lados, bamboleándome. Agarré mi libro y mi móvil e intenté mantenerme de pie sobre la estrecha tarima metálica. La adrenalina corría por mis venas y no sé de dónde saqué las fuerzas pero comencé a empujar en contra para no quedarme atrás.

Taylor, Bill Condom y Wyck Godfrey ya estaban en la alfombra. Oteé a lo lejos y reconocí a Dean pero no veía a Rob. Lo tapaban un montón de personas de su grupo de seguridad. << No consigo verle>>, me dije angustiada. <<¡Está ahí!>>, gritó Arantza <<¿Lo ves?>>. Pero no, no lo veía, aun no y noté como el corazón me latía en los oídos. Miré a mi alrededor. Entre la marea humana habíamos perdido de vista a Koro y Esti. Me puse de puntillas para poder ver mejor y esforzándome en no perder el equilibrio. Kristen continuaba firmando por nuestro lado, se aproximaba, ya casi estaba junto a nosotras. Justo enfrente estaba Rob.

Al fin pude verla bien. Pelo recogido en una trenza, más claro de lo habitual, parecido a su color de pelo real. Ya veía su cara. Iba maquillada pero no en exceso, sin apenas color en los labios. Pude apreciar pecas en sus mejillas. Tiene la piel impoluta, fina y blanca. Firma concienzudamente, levantando de vez en cuando la cabeza y sonriendo. Es muy bonita, de grandes ojos verdes y nariz respingona. Estaba frente a mí y la observé con detenimiento mientras conseguía sacarle algunas fotos. Tenía  los dedos helados y no atinaba a la primera.

Kristen llevaba tacones, de eso estoy segura, aunque no pude verlos pero calculo que no es mucho más alta que yo, creo que Esti la supera. Menuda, como frágil, de cuerpo pequeño pero proporcionado y no excesivamente delgada, parece saludable, con bonitas piernas. Es como una muñequita, esa es la sensación que trasmite. Se le notaba tímida y reservada. Bajaba enseguida la cabeza y se adivinaba que en esas circunstancias hace un gran esfuerzo por sobreponerse a sus propios nervios y miedos pero en ningún momento un mal gesto o mala cara para nadie, firma y sonríe. Cuando lo hace su cara se redondea y parece más jovencita, casi una niña.

Chicas, es muy guapa, la que me diga lo contrario es que tiene que revisarse la vista, en serio. No es como esas bellezas típicas de Hollywood, espectaculares, rotundas y despampanantes. Su belleza es sutil, natural, imperfecta, delicada, diferente.

Se alejó sonriendo con un gesto muy suyo, encorvada un poco de hombros y apretando los labios para sonreír después. Todo el mundo gritaba su nombre. El anillo lucía brillante en su dedo corazón mientras continuaba firmando. Creo que se lo había cambiado de mano. Lo llevaba en la derecha.

Mis ojos buscaban a Rob que ya casi había finalizado la parte frente a nosotras. Veía su espalda, sus piernas. Es delgado y el traje se le ajustaba al cuerpo, sobre todo en las piernas y… en el culo. ¡Madre mía! Se volvió de repente y comenzó a cruzar caminando a grandes pasos para histeria de la zona de pulseras rojas, la nuestra. Ya había cruzado a nuestro lado. Los guardaespaldas, capitaneados por Dean y todo el sequito que llevaba al lado, no dejaban ver nada y no se apartaban.

La marea humana tiraba de mí en su intento de acercarse a Rob. Comenzó por el fondo de la alfombra y yo no veía nada. Solo oía gritos ensordecedores y su nombre pronunciado sin cesar. Estaba tan nerviosa que no sabía ni lo que hacía. Respiré, más bien hiperventilé en un intento por calmarme un poco. <<Tengo que mantenerme de pie, tengo que conseguirlo>>, me dije y lo repetí como un mantra en mi cabeza.

Presentí  que estaba allí, unos metros más atrás, cada vez más cerca, aproximándose pero no lograba verle, un montón de cabezas que se asomaban me lo impedían. Mi angustia crecía por momentos. Un nuevo empujón. Me pisaban, me tambaleé pero mis pies se aferraban al estrecho pasillo metálico que sujetaba las barreras que nos separaban de la alfombra negra. Casi me caigo por culpa de un nuevo empellón y algo o alguien me golpeó en la espalda a la altura de los riñones. Dolía pero no me moví del sitio. Seguí de puntillas y comenzaron a dolerme los gemelos. Creo que Arantza me estaba diciendo algo pero no oía nada, solo gritos agudísimos que se iban acentuando a medida que Rob se acercaba.

 Dean se apartó de lado, se movió hacia atrás y ahí estaba Rob, algo agachado, a mi derecha, firmando sin cesar a velocidad vampírica y sin levantar la vista de fotos, libros y revistas. Es el que más rápido firma como si no quisiera dejar a nadie sin atender. De pronto se irguió y compruebé lo alto que es. Alto, de espalda ancha y más delgado que en las fotos. Cogí aire, agarré fuerte mi libro dejándolo abierto por la primera página, con la solapa puesta hacia atrás. Con la otra intenté fotografiarle pero era una tarea titánica porque la gente no paraba de empujar y encima mi mano no dejaba de temblar. Intenté sacar el libro entre brazos desconocidos que pretendían lo mismo que yo, manteniéndome de puntillas. Rob estaba casi a mi lado. <<No voy a poder, no puedo>>. De pronto dejé de fotografiarle, solo mantuve el libro delante porque levantó la vista un poco y vi sus ojos de un azul grisáceo muy claro, casi cristalino, enmarcados por sus pobladas cejas. No vi mi mano, solo tenía ojos para Rob, estaban fijos en él, intentando captar cada detalle, cada gesto de su rostro, como si no hubiese nadie más a mi alrededor. He de confesar que en ese momento me olvidé de todo, hasta de cómo me llamo.

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Es hermoso, perfecto. Rob es guapo hasta decir basta. Creo que incluso más que en fotografía. No se puede comparar con ningún hombre que haya visto jamás y estaba frente a mí, a menos de un metro. Me quedé muda, atenta. El estaba concentrado en su trabajo, en su labor de firmar pero miró un momento, sonrió y supe que la vida en el planeta tierra merece la pena. 

Derrocha amabilidad y simpatía pero se nota su gran timidez. Esa mezcla lo hace terriblemente dulce, sin una gota de arrogancia. Realmente tiene cara de buena persona, de mirada noble. Lo más impactante en su cara son sus ojos limpios y sinceros, sin malicia. Los abre mucho cuando mira y levanta las cejas  a la vez. Su mirada es casi ingenua.  Su rostro es de piel sonrosada que parece muy fina y suave, como sus labios que en contraste con ella parecen rojos y una marcada y sensual mandibula.

 Rob es como me lo imaginaba, natural, sin pose, como siempre pensé que sería. No decepciona en absoluto. Es guapísimo y transmite dulzura. Estoy segura de que no se da cuenta de lo sexy que nos parece su forma de ser. Nos es consciente de… bueno, de lo que nos pone.

No creo que pueda ser capaz de describir lo que sentí en esos momentos, todas las emociones juntas que me poseyeron. Creo que acerté a decir <<please, please, Rob>> y un <<thank you so much>> después, pero no podría asegurarlo, quizás solo pronuncié esas palabras en mi cabeza y nunca salieron de mi boca. La verdad es que no lo recuerdo. Ya no importaba nada, ni el cansancio, ni el frío. Seguí mirándole y noté como posaba su firma sobre mi libro. Firma deprisa y con fuerza. Sentí cómo el libro se movía en mi mano.

Lo saqué de entre la gente e intenté entregarle la bolsa con los ositos de goma pero Dean hace muy bien su trabajo y los rechazó. Lástima. No lo seguí intentando, ya casi no me quedaban fuerzas. Un instante después ya se había ido, ya no estaba frente a mí y seguía su camino irradiando timidez y dulzura a partes iguales. Continué mirándole y entonces reaccioné. Volví a levantar el móvil y le inmortalicé una vez más con su divina sonrisa tímida, amplia, sincera en sus preciosos y perfectos labios, sonriendo sin parar. No puede dejar de hacerlo. Y yo tampoco pude. Me quedé allí, con una sonrisa boba en la cara y feliz, feliz como nunca porque me acababa de dar cuenta de que él también lo era.

 Llegó hasta el final de nuestra fila y cruzó la alfombra de nuevo para alcanzara la zona frente a la escalinata del teatro. Y mientras lo hacía lo vi, vi el gesto más famoso de Rob, su manera de tocarse el pelo rebelde, de puros nervios, con sus dedos largos y finos, resoplando frenético. Y volví a gritar de pura emoción. Poco después terminó de firmar. Fue el primero que lo hizo y se dirigió a paso ligero hacia la escalinata, seguido de Taylor y Kristen. He de aclarar que en esos momenyos los tres están trabajando, dedicados a sus fans y no tienen tiempo de nada más que no sea sobrevivir a esa locura colectiva.

Mientras Rob subía saludó a todos los que aguardábamos abajo, que gritábamos su nombre despidiéndonos de él. También lo hizo Taylor pero no puedo deciros mucho de él salvo que es más bajo de estatura que Rob y parece muy simpático. Sinceramente no me fijé. Rob eclipsa a cualquiera con su aura porque es hermoso no solo por fuera, también por dentro.

  
21:00. El gentío comienzó a dispersarse y las cuatro nos volvimos a encontrar. Nos abrazamos, saltamos, gritamos y sentí que me había quitado 20 años de encima. Nos mostramos nuestros trofeos. Todas habíamos conseguido su firma, algunas las de Kristen y Taylor. Yo tenía la de Rob y para mi esa “R” ya era más que suficiente. Hoy es el día que no puedo dejar de mirarla.

Comenzamos a revisar lo que habíamos conseguido. Teníamos un montón de fotos y algunos videos, aunque muchas no habían salido o estaban completamente borrosas y movidas.

A nuestro alrededor algunas chicas lloraban, otras reían. Eran más de las nueve y nos dimos cuenta de que todo había pasado en un suspiro. Habían estado más de tres cuartos de hora firmando y nos parecieron  tan solo unos minutos.  

Nos pusimos en marcha hacia los cines para ver la maratón de Amanecer, Parte 1 y Parte 2 que comenzaba alas 9:30.  De camino a la sala empezamos a notar un terrible cansancio y sé que hicimos bien. Podríamos pasar casi 4 horas sentadas y en ese momento nos hacía muchísima falta descansar. Pasamos por la escalinata de acceso al teatro. <<Rob está allí>>, me dije. Koro dijo que notaba su presencia. Las luces brillaban dentro del edificio. 

 Nos paramos un momento frente a las luces y noté como la adrenalina que recorría mi cuerpo comenzaba a descender. Mis piernas flojeaban y me di cuenta de que me dolían mucho los gemelos de estar tanto tiempo de puntillas. La imagen de Rob me venía a la cabeza una y otra vez. Justo enfrente, con esos enormes y precioso ojos muy abiertos, firmando sin parar, con ese gesto tan suyo, cejas levantadas y labios entreabiertos. Resoplé y tuve que agacharme para apoyarme en mis piernas. El nerviosismo acumulado me había dejado exhausta, sin fuerzas. Tirité y miré hacia la escalinata, hacia Rob. Arantza, Koro y Esti también se detuvieron. Arantza me abrazó y me dio las gracias y se me llenaron los ojos de lágrimas. Todas las emociones del día se desbordaron en ese instante, en ese momento pleno. ¡Lo habíamos conseguido! Mis pensamientos fueron para Elena más que nunca. En muchos otros momentos de aquel día loco había pensado en ella pero sobre todo fue entonces cuando me hubiese gustado que ella estuviese allí, compartindo aquello con nosotras.

Llegamos al cine y la sala era una fiesta. Pasamos casi cuatro horas junto a nuestros personajes de ficción preferidos. Descansamos, reímos, nos angustiamos y emocionamos y lo disfrutamos a tope del “Para siempre”. Bill Condon había hecho bien su trabajo y lo hizo para las fans, de eso no me cabe duda.

Luego tocaba regresar a Barajas en taxi y esperar a nuestro vuelo de las 6 de la madrugada, de regreso a Bilbao, a la rutina. En el aeropuerto hicimos tiempo rememorando cada minuto de aquel día memorable, mítico, cada gesto de Rob. El cansancio nos vencía a ratos y el sueño era difícil de sobrellevar pero la felicidad que nos llevábamos, la que Rob nos transmitió en cada una de sus gloriosas sonrisas, no nos la quitará nadie.

Viernes, 16 de noviembre de 2012.

El regreso.

7:15. Acabábamos de regresar del país de Oz y como Dorothy, el avión,  casi un tornado, nos había vuelto a posar en tierra, turbulencias incluidas y nos devolvía a la realidad. Pero hoy nuestra vida ya no sería la misma, estábamos seguras. Nos despedimos de Koro y Esti prometiendo mantener el contacto a pesar de vivir en ciudades diferentes y dispuestas a volver a estar allí, en cualquier alfombra roja o negra con él. Lo que Rob ha unido… , pues eso.



De vuelta al trabajo, esa misma mañana, con agujetas en las piernas, un moratón en el brazo y dolor de cabeza,  caminaba por la calle mirando a la gente pasar y supe que tenía un secreto que solo yo conocía y eso me hacía sonreir sin querer.

Le había visto al fin. Rob es real, es como me lo imaginaba y esa tarde le vería de nuevo en la última premiere de la Saga, en Berlín, el final de estos casi 5 años maravillosos. Ya había quedado con Arantza para la despedida.


Pero, ¿sabéis una cosa? Ahora siento que no hay tristeza. No,   solo una dulce nostalgia. Porque aunque La Saga terminó yo estuve allí y pude formar parte de algo increíble. Y siempre lo recordaré, lo recordaremos, seguro.

(Continuará con la P.D.)